Las promesas que nos hizo el trailer de Shutter Island se han convertido en certezas, pero solo en parte. Y es que aquello que me hizo anotarla en la agenda como “no te la pierdas” se ha mantenido intacto. No hablo de otra cosa que de la atmósfera. Shutter Island es, ciertamente, una película muy cuidada en su ambientación.
La isla, como el personaje que es, resulta del todo inquietante, con esos cielos pesados, esos acantilados de rocas afiladas como el infierno y esa bruma que al diluirse nos muestra el imponente faro y las húmedas paredes de los pabellones del psiquiátrico de alta seguridad. Además, el diseño de producción no se limita a mostrarnos lo terrorífica que puede resultar la naturaleza (fantástico el momento de la tormenta) si no que el interior de los edificios juega con un marcado contraste entre las zonas de confinamiento y las residencias de los médicos. Lujo y sordidez son repartidas de forma equitativa y todo alarido perdido entre los pasillos y celdas tendrá su contrapunto con una melodía sonando en un disco de pizarra en alguna parte en la lujosa mansión del Dr. Cawley. Imágenes como la de los pacientes de aspecto más oscuro cuidando las plantas de un luminoso y colorista jardín os darán una pista de lo que hablo. Estoy seguro de que Shutter Island se podría ver sin sonido y disfrutar de su espectacularidad plástica. Un diez, en serio. Ahora bien…
La historia que se nos narra, como ya adelanto en el título de este post, es para novatos. Si bien, la trama está llena de elementos más que suficientes como para mantenernos atentos a lo que ocurre cualquiera que ya esté curtido en estos temas no puede quitarse de encima el temor a ser engañado y disecciona cada pista pretendiendo saber qué elementos son tramposos y cuales no. Evidentemente, cuando, como espectador, tratamos de resolver un misterio que trasciende la pantalla, algo no va bien. Además, los constantes flashbacks, sueños y delirios con los que la llenan no ayudan en absoluto a centrarnos en la trama sino que nos distraen y rompen el ritmo de una película que ya de por sí sobrepasa las dos horas.
Shutter Island debe ser vista sin prejuicios, intentando pensar lo menos posible, procurando gozar de ella sin miedo a que sea previsible o manida, asistiendo al espectáculo sabiendo que habrá giros y disfrutándolos sin más. Y, amigos, eso puede que se lo perdone a otros, pero no a Scorsesse